
Ciudadela
Ciudad fallida
ciudad multada
ciudad abolida
ciudad sudada.
ciudad multada
ciudad abolida
ciudad sudada.
Ciudad indirecta
ciudad engañada
ciudad abyecta
ciudad viciada.
Ciudad coartada
ciudad violada
ciudad apartada
ciudad limitada.
ciudad goleada
ciudad malherida
ciudad adornada.
Ciudad reprimida
ciudad inhumana
ciudad advertida
ciudad profana.
Ciudad moribunda
ciudad apurada;
tristeza profunda
tristeza paqueada.
A las plantas
Plantas, malezas, arbustos…
¡Llegó la hora de hacer la pega!
A expandirse por tierras virginales,
senderos deplorables y arrabales inertes
senderos deplorables y arrabales inertes
a lucir sus verdes ropajes sobre esta tiranía del
polietileno
para colmar de energía y salud estos pueblos
para desarticular estos garabatos alimenticios
y así llenar por dentro estas mentes desnutridas.
A instalarse, vegetales ilustres,
en balcones, azoteas y patios,
hasta aborrecer el lamentable pavimento
hasta intoxicar de vida el metal nocivo
que evidencia en sus facetas disfrazadas
negocio, maldad y hambre.
A brotar, hierbas amigas, con total desenfreno
A brotar, hierbas amigas, con total desenfreno
hasta llenar las cárceles por dentro
hasta absorber abusos e injusticias
y elevar en sus ramajes coloridos
millones de presos.
A dispararse por jardines, queridos seres clorofílicos,
A dispararse por jardines, queridos seres clorofílicos,
hasta devolverle
el cerebro al policía
que simplemente nos corta las manos
por tratar de ayudarlas a crecer.
Gente amiga, humanos de este texto,
Gente amiga, humanos de este texto,
alcemos los párpados sobre las plantas
y recordemos siempre que
ellas son nuestras
ellas son nuestras
porque la tierra es nuestra
y nuestro es el futuro.
Semilleros
Semilleros
Un deber enterrarlas frescas
tras superar la polémica gresca
con Monsanto como delincuente,
con este empresario/presidente.
Reparten ese pequeño embrión
motivados por su agrícola pasión,
rediseñando la actual existencia
como añorando esa antigua esencia
de alimentarse en absoluta armonía
e intercambiarse frutos si se podía,
como la América indígena entera
de escasos químicos sobre la tierra.
Sin abusar del agua era la clave,
Sin abusar del agua era la clave,
para que solas las pepas se instalen
a germinar bellas desde el fértil suelo.
Sin supermercados vivía mi abuelo.
Repartiendo semillas se hizo famoso;
si
hoy día lo hiciera, iría al calabozo.Importación
Contemplaciones pisoteadas
ante el sangriento desgaste de la tierra.
Caso omiso de mis derroches
proclamados por ambiciones gigantes
sobre naciones inconscientes y diminutas
abiertas de piernas a las máquinas del progreso.
Hemisferio Sur v/s Los Guatones del Norte
Kilómetros de frustraciones y desaciertos
Mayorías difusas y perecederas
con salarios literalmente asaltados
bajo la lúgubre amenaza
de animales disfrazados de militares
orgullosos por lanzar gases degenerativos,
envalentonados por su formación chupa-craneal.
Esa junta de ex alumnos
Llegué a besar aquella invitación telefónica,
inusitado llamado a la
locura.
Abandonado a mi suerte de empleado full time
Abandonado a mi suerte de empleado full time
imaginé el peligro
de reunirme con esos
singulares demonios.
Envalentonado por ese pasado festivalero
Envalentonado por ese pasado festivalero
salí a tranzar mi
destino en las cunetas
y así no más
escapé de la jaula
burocrática
aún estando en pleno
proceso de ascenso.
Preferí descender a los suburbios
Preferí descender a los suburbios
y correr a abrazarme
con ese puñado de idiotas.
La básica, la media y
esas ridículas risas
que adheridas a
nuestras bocas
nos enseñaron a
paladear el sabor amargo
de aquellas múltiples expulsiones.
Quina en los bolsillos,
Quina en los bolsillos,
la mayor de las sequías
detrás de mi corbata.
Me extirpo esa cursi camisa
eufemística
y con la polera
americana manchada de epopéyicos registros
inclino la balanza
hacia un retroceso de conductas.
Memorable tarde viciada al desenfreno
Memorable tarde viciada al desenfreno
brindando en recipientes
de ilusiones veraniegas.
Renuncio sin objeción
alguna al salario esclavizante
y con mis camaradas de
antaño
nos impregnamos de
energía ante al abanico de destinos.
Al día siguiente, ya adentrados en la ruta,
como niños dementes
escapados de un encierro,
ampliábamos esa infinita lista de aventuras.